Todo empezó hace casi veinte años, por aquellos tiempos en que los talleres literarios eran todavía jóvenes aquí, en Madrid, y agrupaban a personas de lo más diverso unidas aún por una suerte de idea romántica acerca de lo que implica escribir un texto literario. Ya en esa época tendíamos, en buena medida, hacia lo que ahora somos: nuestra intención era ya entonces enseñar técnicas y recursos, seguir con los alumnos un programa ordenado de temas y de ejercicios, con objetivos y metodología concretos. Aunque a menudo llegaban a nosotros personas a quienes alguien había aconsejado que utilizasen la escritura como terapia, y es que prevalecía la idea de la escritura como estrategia de liberación de las emociones, como catarsis, cosa que por cierto ya señaló Aristóteles en su Poética y que a día de hoy continúa siendo innegable. De modo que no vamos a negar que escribir sea un ejercicio tremendamente liberador y, por tanto, también transgresor; pero para que alcance forma artística es preciso, además, un buen aprendizaje.
Por aquella época, algunos de nosotros ─sobre todo los que habíamos estudiado Filología (Literatura, en particular)─ llegábamos a los talleres cargados con ideas aprendidas acerca de lo que era ser escritor, llenos de teorías irrevocables, de libros clásicos y de manuales de historia de la literatura; para nosotros la escritura era otra cosa, desde luego muy seria. Plenos de rigidez y juventud, nos sumamos a aquellos otros profesionales menos disciplinados y más abiertos.
Juntos formábamos ya entonces un equipo extraño. Unos y otros nos empeñamos en que también nosotros podíamos enseñar a escribir, en que no iban a ser únicamente los anglosajones quienes lo hicieran; también nosotros escribíamos ─y escribimos─, y quien más quien menos había asistido a algún taller de escritura en el que había comprobado con asombro su propia evolución. Y aunque nadie de quienes nos rodeaban parecía entender exactamente a qué nos dedicábamos, insistimos en hacer de aquel trabajo nuestro una auténtica profesión. Tantos años después, a costa de tesón, paciencia, amor por la literatura y también mucho, muchísimo trabajo, hemos conseguido construir una disciplina seria, que combina la técnica y la práctica apoyándose en la importante teoría literaria desarrollada a lo largo del siglo XX, en los grandes autores de todos los tiempos y en una casi infinita serie de propuestas de escritura orientadas hacia un aprendizaje progresivo, ameno y eficaz.
Así que, para bien o para mal, hay que decir que somos ─muchos de nosotros─ los responsables de haber consolidado y profesionalizado aquellos talleres de entonces, más informales pero también útiles. Hemos estado navegando por muchos mares, y no siempre con el viento a favor; y ahora, tras haber atracado en unos cuantos puertos, ahora que somos mucho menos jóvenes y más flexibles (en el buen sentido), lo podemos decir: hoy conocemos muy bien nuestro oficio.
Por eso hemos fundado Centro de Creación para Escritores. Porque somos un grupo de profesionales experimentados en la enseñanza de la escritura literaria, con muchos años de trabajo previos en distintas escuelas, que nos han servido para reforzar tanto el conocimiento como el método y, desde luego, nuestras inmensas ganas de acompañar en su andadura a las personas que quieren escribir y hacerlo de la mejor manera que les sea posible, es decir, con el respeto y el cariño que requiere la buena literatura, de la que somos herederos y queremos seguir siendo dignos representantes.
Te ofrecemos un espacio abierto en donde tendrás a tu disposición nuestra escuela de escritura, en la que recibirás una enseñanza sólida y bien estructurada, con materiales didácticos de gran calidad y los mejores profesores, donde además hemos innovado en tecnología para ofrecerte la posibilidad de hacer cursos por vídeo-conferencia. Porque en literatura importa sin duda la técnica, la estructura, el lenguaje, el buen uso de un montón de recursos que el escritor debe conocer y practicar. Pero no solo eso. Un verdadero texto literario debe estar lleno de autenticidad, ha de buscar la esencia del ser humano. Más que nadie, el artista debe mantenerse por encima de sometimientos y ataduras, y el texto literario ha de ser una expresión rotunda de libertad. Por todo ello, en el Centro queremos no solo contribuir a tu formación, sino además acompañarte en tu crecimiento personal y ayudarte a que desarrolles al máximo tu creatividad y otras muchas aptitudes que se encuentran ocultas, en potencia, para ponerlas al servicio de la literatura. De modo que también podrás contar con un montón de áreas y servicios complementarios, como el Club de Lectura, Cinefórum, tutorías, Coaching, el Servicio de creación, corrección y tratamiento de textos, los Cuadernos literarios, así como con numerosas actividades que organizaremos periódicamente para ti.
¡Bienvenido a Centro de Creación para Escritores!